Quisiera contarte una historia, quizás entre líneas encuentres porqué sueño tanto, por qué a justa medida a veces intenciono el dejar de soñar, no te cuento mis pequeños gestos, porque quiero compartirlos, de entenderlo te perderías…
Una niña rebelde, nunca supo medir su amor, incondicional, apasionado, testarudo. Creo que su ingenuidad era lo más débil a destacar en ella, regalaba su sonrisa sin pretender nada a cambio de ella, solo complicidad y lo hacía a razón de ese sentimiento que le embriagaba, sin reservas, sin un mañana a la espera en la otra calle, caminaba bajo la noche tarareando su propia melodía, infusa por ilusiones que cobraban cada vez mayor sentido, a cada paso dado.
Dibujaba corazones, soñaba con esa cita perfecta, ese amor eterno y unas cuantas conversaciones sinceras que de una manera sarcástica plasmaba en un pequeño diario hasta que dieran su lugar, cada noche a solas en su habitación.
Su ingenuidad se hacía denotar como si de su propio perfume se tratase, reía a carcajadas porque alguien o algo le provocaba esa insensatez, soñaba, a veces más de lo normal. Pero esa forma de vida es lo único que mantenía intacta su inocencia, era una niña un tanto rebelde quizás, porque el mundo o las situaciones vividas le habían hecho así… pese a los golpes que pudiera haber sufrido nunca frenó sus ansias, volar, quiso volar y alzó sus alas
La niña crece y conserva las mismas sensaciones, pero con un cúmulo de experiencias a su espaldas que le pesan sus alas, la han hecho ser, menos impulsiva, más sensata y con un caminar agachas, midiendo cada nota de la melodía que aún procura componer, aprendiendo de cada una de las conversaciones que en su día mantuvo con quienes vinieron y se fueron sin más, aprendiendo del dolor y del momento en el que imprevisiblemente alguien tocó su alma, menos ingenua, más madura que entonces, pero supo que sentir cada momento con el que soñaba hacerlo, era la única manera de que fuese real, o por lo menos mas llevadero.
La sonrisa cuesta, el amor se agota, la gente se marcha y su caminar se va haciendo cada vez más pausado de lo habitual. La niña crece, ya no pinta corazones, ni se ilusiona con encontrar el romanticismo de aquel verdadero amor con el que fantaseaba, de entre tantos malos momentos, su corazón agrietado no puede permitirse el lujo de cambiar de dueño, duele, siente, pese a errar, a lastimarse, sabe que quién le ama inevitablemente le hará llorar, pero sin duda, esa persona puede y cambiará su mundo.
Juegan los sentimientos a contrarrestarse, de ahí la confusión de todo y la vehemencia que sostiene cada momento.
Y te vas, se que te vas y tengo miedo que esa niña que crece sienta que otra partida dolerá aún más y no lo puede evitar. Te vas y te verá marchar, pero pese a su enojo entiende tu partida, no guarda recelos del que pasará, tan solo una cajita con cada momento compartido, si te vas, no te lleves mi adiós, no voy a hacerlo, regalarte esas palabras sin mi sentir apegado a ellas no es justo, te vas porque buscas encontrar en tus pasos la melodía que retomen tu ilusión, si te vas lleva contigo cada momento, así quizás me recuerdes.
Siempre hay un momento, un lugar, un gesto que te logra sacar una sonrisa, pese a las malas rachas, pese a que tengas la sensación de que nada pudiera cambiar porque todo ha cambiado, algo o alguien pasa de largo en tu vida _ afortunadamente cuento con la gente necesaria que decide quedarse_ y te devuelve la inocencia con la que pintabas corazones y la sensatez de recordarle, si te vas.
Y...
si te regalo una flor...
Te iras?
Y...
Si te beso...
Te vas?
Y...
Si me voy yo...
Te quedas?
Y...
Si te doy mi corazón...

Lo llevarás contigo ?
Si te vas, lleva cada momento, quizás te haga recordar menos a un adiós
Una niña rebelde, nunca supo medir su amor, incondicional, apasionado, testarudo. Creo que su ingenuidad era lo más débil a destacar en ella, regalaba su sonrisa sin pretender nada a cambio de ella, solo complicidad y lo hacía a razón de ese sentimiento que le embriagaba, sin reservas, sin un mañana a la espera en la otra calle, caminaba bajo la noche tarareando su propia melodía, infusa por ilusiones que cobraban cada vez mayor sentido, a cada paso dado.
Dibujaba corazones, soñaba con esa cita perfecta, ese amor eterno y unas cuantas conversaciones sinceras que de una manera sarcástica plasmaba en un pequeño diario hasta que dieran su lugar, cada noche a solas en su habitación.
Su ingenuidad se hacía denotar como si de su propio perfume se tratase, reía a carcajadas porque alguien o algo le provocaba esa insensatez, soñaba, a veces más de lo normal. Pero esa forma de vida es lo único que mantenía intacta su inocencia, era una niña un tanto rebelde quizás, porque el mundo o las situaciones vividas le habían hecho así… pese a los golpes que pudiera haber sufrido nunca frenó sus ansias, volar, quiso volar y alzó sus alas
La niña crece y conserva las mismas sensaciones, pero con un cúmulo de experiencias a su espaldas que le pesan sus alas, la han hecho ser, menos impulsiva, más sensata y con un caminar agachas, midiendo cada nota de la melodía que aún procura componer, aprendiendo de cada una de las conversaciones que en su día mantuvo con quienes vinieron y se fueron sin más, aprendiendo del dolor y del momento en el que imprevisiblemente alguien tocó su alma, menos ingenua, más madura que entonces, pero supo que sentir cada momento con el que soñaba hacerlo, era la única manera de que fuese real, o por lo menos mas llevadero.
La sonrisa cuesta, el amor se agota, la gente se marcha y su caminar se va haciendo cada vez más pausado de lo habitual. La niña crece, ya no pinta corazones, ni se ilusiona con encontrar el romanticismo de aquel verdadero amor con el que fantaseaba, de entre tantos malos momentos, su corazón agrietado no puede permitirse el lujo de cambiar de dueño, duele, siente, pese a errar, a lastimarse, sabe que quién le ama inevitablemente le hará llorar, pero sin duda, esa persona puede y cambiará su mundo.
Juegan los sentimientos a contrarrestarse, de ahí la confusión de todo y la vehemencia que sostiene cada momento.
Compongo mi melodía. Y sin dudar se que tú formas parte de la entonación de cada nota, que si faltas, se rompería su sonido.
Y te vas, se que te vas y tengo miedo que esa niña que crece sienta que otra partida dolerá aún más y no lo puede evitar. Te vas y te verá marchar, pero pese a su enojo entiende tu partida, no guarda recelos del que pasará, tan solo una cajita con cada momento compartido, si te vas, no te lleves mi adiós, no voy a hacerlo, regalarte esas palabras sin mi sentir apegado a ellas no es justo, te vas porque buscas encontrar en tus pasos la melodía que retomen tu ilusión, si te vas lleva contigo cada momento, así quizás me recuerdes.
Siempre hay un momento, un lugar, un gesto que te logra sacar una sonrisa, pese a las malas rachas, pese a que tengas la sensación de que nada pudiera cambiar porque todo ha cambiado, algo o alguien pasa de largo en tu vida _ afortunadamente cuento con la gente necesaria que decide quedarse_ y te devuelve la inocencia con la que pintabas corazones y la sensatez de recordarle, si te vas.
si te regalo una flor...
Te iras?
Y...
Si te beso...
Te vas?
Y...
Si me voy yo...
Te quedas?
Si te doy mi corazón...
Lo llevarás contigo ?
Si te vas, lleva cada momento, quizás te haga recordar menos a un adiós
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